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 Estás en: "geografía" 

Tabuyo del Monte
 

"Diario de León"

Autor: Enrique Alonso Pérez


 De casta le viene al galgo. Un pueblo que puede remontar sus orígenes a la Edad del Bronce, por aquello del descubrimiento del famoso ídolo de Tabuyo, esgrafiado en pizarra, unos dos mil años antes de Cristo, tiene muchas tablas para afrontar  todas cuantas vicisitudes se le vienen presentando. Y hasta es capaz de «resurgir de sus propias cenizas», como el Ave Fénix.
 

 

 

 

Luces y sombras de un pueblo con vocación reivindicativa

Encontramos por primera vez el topónimo «Tabuio», en documento del año 1205, recogido por el ilustre investigador astorgano, Augusto Quintana Prieto, en su libro «Monasterios de Poibueno y San Marín de Montes». Pero con su nombre actual no lo volvemos a encontrar en archivo alguno, hasta que se constituye el mayorazgo de don Pedro Bazán, fechado en Palacios de la Valduerna en 26 de enero de 1422. Es curioso este documento de fundación pues en él se nominan todos los pueblos que integran el señorío de los Bazán, que fueron 25, entre los cuales figura Tabuyo del Monte.

También hemos querido rastrear -como venimos haciendo siempre- el origen del topónimo Tabuyo, y nos remiten los estudiosos del tema al latín «tabula», tabla, que por extensión se aplica como «porción de terreno destinado a cultivo, principalmente a huerta», lo mismo que le ocurriría a su casi homónimo, Tabuyuelo de Jamuz, en el municipio de Quintana y Congosto.

Pues bien, este pueblo, que ya en el siglo XIX contaba con 300 habitantes, que movía diez molinos harineros para asegurar «el pan nuestro de cada día», y bebía el agua de la hermosa fuente que luce sus tres espléndidas arcadas de piedra al lado del impresionante santuario del Santísimo Cristo, fue aumentando su población hasta el año 1960, en que aparece en los censos con 594 habitantes, mermando sus padrones desde entonces, para volver en la actualidad a las cifras vecinales de hace ciento cincuenta años.

¿Y es que se vive peor ahora en Tabuyo.que hace cuarenta años? «ni mucho menos», responden las gentes de la tierra, lo que pasa es que las ciudades y sus pompas son un imán permanente para nuestra juventud, que nos dejan a los viejos, como en casi todos los pueblos, con el encargo de cuidar de cerca la hacienda y los productos caseros de nuestras huertas y corrales. En el fondo, en cuanto tienen un respiro de ajetreo capitalino, se acuerdan del terruño y nos vienen a «vender la moto» diciéndonos que nosotros sí que vivimos bien, que ellos están agobiados casi desde que se le­vantan por la mañana, pero que ya están «enganchados» en ese tipo de vida por razones de trabajo y el futuro de sus hijos. Y el caso es que deben tener razón ¡pobrecitos!,   menos   mal   que cada fin de semana cargan pilas en el pueblín para poder seguir resistiendo.

El Tabuyo de hoy, pese a la merma de sus censos, ofrece un aspecto atractivo y acogedor. Nada tiene que ver con aquellas calles que nosotros pateamos hace cuarenta y tantos años en algunas de nuestras marchas juveniles para atravesar la llamada «Ruta del Ciervo» desde el Camino de Sanguinal, de Tabuyo de Monte a Pozos, ya en la otra cara de las estribaciones del mítico Teleno, en La Cabrera. Hoy el asfalto y el hormigón han saneado calles y callejas presentando un conjunto que bien puede competir con cualquiera de las villas leonesas más renombradas.

El aprovechamiento de los pinares y robledales, desde su perspectiva maderera y de la resina, complementado por la abundancia de setas comestibles, especialmente el «lactarius deliciosus» o níscalo, que en Cataluña lo comercializan con el nombre de «rovelló», han propiciado unos ingresos cuyo beneficio revierte principalmente en las mejoras y equipamiento del pueblo para un mayor bienestar de los vecinos y de cuantos disfrutamos de una escapada a estos lugares.

Demoledores incendios

No es extraño, pues, que los vecinos de Tabuyo del Monte «pusieran el grito en el Cielo» al sufrir en el espacio de ocho meses dos demoledores incendios que arrasaron una importantísima masa forestal. El primero de ellos, ocurrido el 13 de septiembre de 1998, desertizó (ecológicamente hablando) 2.730 hectáreas de bosque y matorral colindante a consecuencia de la explosión de dos misiles procedentes del campo de tiro militar. El segundo, ocurrido el día 8 de abril de 1999, dio ocasión a que las autoridades civiles tomaran cartas en el asunto dando lugar a notas de prensa como la siguiente: «La paciencia del Gobierno de Lucas con el Ministerio de Defensa parece que se ha terminado. La Junta de Castilla y León investiga si el Ejército ha cometido un delito ecológico en la zona leonesa del Teleno, donde unas maniobras militares causaron el pasado día 8 de abril un nuevo incendio que ha arrasado 220 hectáreas de matorral y roble. Técnicos de Medio Ambiente aseguran que este fuego -el segundo grave en sólo ocho meseses- el que más daño ecológico ha causado»

El intrigante ídolo de Tabuyo

 

Con una escasa y antigua documentación, que atribuye su procedencia al lugar de «Tabugo», podemos admirar en el Museo Arqueológico Provincial de San Marcos una gran laja de pizarra que los estudiosos del tema encajan en la Edad del Bronce, unos 1.800 años antes de Cristo. Desde siempre, se ha considerado esta pieza como procedente de Tabuyo del Monte, pues ya en los años veinte se inventariaba en el Museo como originaria de nuestro pueblo de referencia.

Para un mejor conocimiento de la pieza, nos remitimos a lo que el profesor Avello, escribía en la «Historia del Arte en León», editada en 1990 por Diario de León: «El Ídolo-Estela de Tabuyo del Monte se trata de una gran laja de pizarra de forma rectangular de 141 por 86 centímetros. Sobre su superficie se ha grabado un motivo lejanamente antropomórfico y ferozmente esquematizado, un puñal de lengüeta y una alabarda. La figura central o antropomórfica presenta la forma de un vano rematado por un arco de medio punto. En el interior aparece una serie de incisiones a modo de cazoletas o puntuaciones que M. Almagro identifica como representaciones oculares. El cuerpo, o parte inferior, ofrece una serie de líneas horizontales dispuestas en tres bandas y separadas por otras en zig-zag».




 

 









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