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  LA BOTÁNICA EN LOS MONUMENTOS ANTIGUOS. PALACIO DE GRAJAL DE CAMPOS
 

Revista de la Asociación de Amigos del Patrimonio Cultural de León. Nº II

Por Javier González Varela

 

Es bien sabido el papel trascendental que ocupan y han ocupado las plantas en la vida del hombre. 
Si importante y más conocida ha sido su función terapéutica a lo largo de los siglos, no menos interesante 
ha sido su utilización como alimento, llegando incluso a constituir un medio de supervivencia en épocas 
de guerras, plagas u otras circunstancias de necesidad. Una de las regiones de la Tierra con una ancestral afición por las plantas medicinales es el Cáucaso, en cuyo territorio, curiosamente, se registra un buen número de longevos. Saquen  ustedes conclusiones.
Según informes de la Organización Mundial de la Salud, resulta paradójico que mientras que centenares de personas fallecen en el mundo al cabo del año por ingestión de plantas venenosas son miles los adultos y sobre todo niños, que podrían salvarse de la muerte por inanición, si conocieran el valor nutritivo de muchas humildes plantas que se ofrecen al hombre en la naturaleza: sojo, ortigas, alfalfa, diente de león, rosal silvestre, cola de caballo, etc. … 
Se sabe de personas que han sobrevivido años alimentándose únicamente de sopa de ortigas.
 


Castillo de Grajal

Pero pasemos a ocuparnos del Palacio de Grajal de Campos. En le primer tercio del siglo XVI,  el Cesar Carlos, Rey de las Españas e Indias, Emperador del Sacro Imperio y Señor de media Italia, nombre Virrey de Nápoles al gentilhombre D. Juan Vega. Este leonés se traslada en obediencia al reino de las Dos Sicilias y comienza su virreinato, ocupando un hermoso palacio renacentista. No cave duda que a los españoles que desempeñaron cargos públicos en Italia las modas y la cultura del Cinquecento les conquistaron y, a su vuelta a España, quisieron reproducir todas o parte de las maravillas que habían vivido en la Península Itálica. Por eso, no es de extrañar que D. Juan Vega, nombrado primer conde de Grajal por sus servicios al Emperador, construyera un palacio que, aunque mayormente de tapial, recrea un hermoso patio renacentista en su interior.

 

Pero como al lado de una suntuoso palacio no puede faltar un  delicioso jardín, la última limpieza realizada por la Asociación ProMonumenta y por un animoso grupo de vecinos con su alcalde al frente, ha descubierto lo que podría ser el resto de una diminuta fontana y, probablemente, las trazas de un jardín de corte renacentista. Tampoco parece descabellado penar que algunas especies de plantas decorativas que aún subsisten pudieran ser retoños de aquellas otras, traídas por el Virrey desde Nápoles.
Antes de que los voluntarios pusieran en marcha su instrumental de limpieza, inicié una labor de prospección para tratar de localizar algún tipo de planta inusual, pues en estos jardines solía refrescarse algún pequeño parterre para cultivar herbolarios para uso doméstico.
Así, aparecieron algunas plantas características que, quizá perteneciera   a esta clase de herbolario  de índole terapéutica o alimentaria, ya que no son propias de este tipo de tierras ni latitudes. Entre ellas destacan, por ser más conocidas, la alcaravea, la camomila, la caña y la carlina.

Las propiedades de la alcaravez (carum carvi) son  muy diversas. En la antigüedad era usada en muchas rectas culinarias y de licores por los romanos. Por ejemplo, mezclándola en los quesos y en los pasteles; igualmente se empleaba como afrodisíaco. Hoy se utiliza de modo industrial para elaborar licores, como condimento y en pastelería. En medicina se usa como antiséptico, parasiticida y también como pomada o linimento.


Alcaravez

La camomila (anthemis nobilis), tiene un glorioso pasado. Galeno, el más célebre médico griego, después de Hipócrates, decía que los sabios de Egipto la asociaban al dios Sol por su eficacia contra fiebres y accesos de calor. En 1766, tras muchos estudios, se recomienda el uso de camomila romana como febrífugo, carminativo y antiespasmódico. La camomila romana, la variedad más cultivada, recibe ese nombre por ser descubierta en los alrededores de Roma ( siglo XVI), aunque mucho antes era ya cultivada en Inglaterra, de donde pasó a jardines y huertos romanos.


Camomila (manzanilla)

En cuanto a la caña (arundo donax), es utilizada en medicina contra la gripe y como depurativa. Se empleó con profusión para la fabricación de dardos y saetas, aunque lo normal es que se utilice como simple planta ornamental.

Por último, la carlina (carlina acaulis) quizá sea la variedad más interesante, por vegetar normalmente en zonas montañosas, entre 1.000 y 2.000 m. De altitud, y por ser calcárea. La leyenda cuenta que la carlina debe su nombre a Carlomagno, se le apareció un ángel y le mostró cómo debía ser utilizada contra la peste, librando así a sus huestes de tan temible plaga. Actualmente es empleada para provocar el menstruo y la orina, y contra los escalofríos precursores de la fiebre; contra el cáncer de lengua, la gripe y la bronquitis. Quizá el uso más generalizado sea mezclado con vino, como aperitivo y tónico estomacal y como condimento en guisos.


Carlina

De las cuatro plantas descritas, las dos primeras, tienen una clara connotación romana. Incluso la camomila aparece cerca de Roma en la época en que D. Juan Vega ejerce de Virrey de Nápoles y, dado que la sociedad renacentista  era tan amiga de probar los nuevos hallazgos, no es disparatado pensar que, en la corte napolitana, se celebraban las virtudes de la nueva planta y el Virrey hiciera acopio de semilla para traérsela a Grajal, una vez finalizado su mandato.
La caña en forma de macizo, solía aparecer en huertos y jardines propiciando la humedad y el frescor. En cuanto a la carlina, no parece su entorno natural un jardín situado por debajo de la cota de 800 metros, por lo que cabe sospechar que fue también plantada  intencionadamente en el supuesto herbolario.
Aparte de estas fanerógamas (plantas superiores) mencionadas, es notoria también la presencia en el jardín de Grajal de Campos de criptógamas (plantas inferiores), destacando la gran variedad de musgos, además de líquenes, helechos e incluso, algas.


 
 
 
 

 
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