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Herencias de Roma, con garbanzos
 

"León en Madrid"
Revista de la Casa de León en Madrid.

 Autor:  Tomás Álvarez

Esta crónica gastronómica va dedicada a quienes defienden la Vía de la Plata, que no es sino la ruta que unía las dos grandes capitalidades de la Hispania romana: Mérida (Emerita Augusta) y Astorga (Astúrica Augusta). Ese es el verdadero trayecto histórico, y no el que predican quienes quieren convertirla en una especie de Camino de Santiago a medida, llevándola por Orense, Vigo, Gijón o Calcuta, según convenga. 

Y esa Vía de la Plata ha sido una columna vertebral de la gastronomía hispana, pues en torno a ella no sólo se romanizó la España Occidental, sino que se mantuvo desde hace 2.000 años un abundante tráfico, menguado progresivamente a partir del siglo XVI, con políticas centralizadoras en la administración pública y las comunicaciones. 

En el entorno de esa vía se asentaron ferias: Zafra, Mérida, Badajoz, Cáceres, Salamanca, Medina, Villafranca, León, etc. En torno a esa vía circularon rebaños de trashumancia, y se expandieron tradiciones gastronómicas. No es un casual que el buen jamón de León tenga reflejos en Zamora y Salamanca, para engrandecerse en Extremadura y las sierras de Huelva.

Cocido de garbanzos

Si el jamón es el mascarón de proa de la oferta culinaria de la Vía de la Plata, detrás va la legión de embutidos: chorizos, lomos y demás familia. Comunes son los guisos de buena carne, especialmente el cordero; los quesos y excelente el puchero, que es el nombre universal del cocido.  

El barón Jean Charles Davillier, que recorrió España en la segunda mitad del siglo XIX, acompañando a Gustavo Doré, el famoso dibujante, hablando del puchero, decía que era el mismo que se preparaba en tiempos de Don Quijote; integrado por variadas carnes que hay que cocer a fuego lento; verdura (según la tierra y la estación) y los incuestionables garbanzos. 

Los exquisitos pueden introducirle variaciones, añadiéndole lonchas de jamón, pelotas de relleno o sazonándolo con azafrán; pero la síntesis es cercana y siempre esta presidida por la garbanzada, una garbanzada que también es de la Vía de la Plata, pues Davillier aconseja su procedencia zamorana: Fuentesaúco.


Y para terminar la crónica, una referencia a un escrito del norteamericano James Michener, que visitó España en 1966, y que dijo haber probado el mejor manjar español en Astorga: un cocido de La Peseta, acompañado de lomo de cerdo adobado, La cocinera le dio la receta:
 "Los garbanzos los pongo a remojo dos días en agua con sal. Los cuezo despacio, a fuego lento, y cuando están listos los pongo con jamón salado, tres clases distintas de chorizo, patatas y repollo, y los dejo así, estofándose, ocho horas. El obrero, que tiene poco dinero, no come más que un plato, garbanzos con carne y verdura; pero el que es más rico, como un norteamericano, puede tomar los garbanzos solos, sin nada, y le cobro lo mismo por ellos que si tuvieran carne".

Los productos del cerdo

 

 

 

 
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