Las tradicionales morcillas de Matachana han tenido sucesión en las de
Natalio, un aventajado alumno de la casa que se marcó con sus pertrechos
al Barrio de la Sal, al otro lado del río y más allá de la barrera
ferroviaria, para establecer allí su sabio magisterio, llegando a tener
una importante clientela, sobre todo entre taberneros y restauradores. Sus
sucesores han tenido la buena idea de servir el mondongo en envases de
plástico con lo que se facilita mucho la labor de freir este estupendo
producto.Hace
años la mayor competencia para Matachana la representaba la taberna de
Lorenzo, en la calle Nueva, en las mismas puertas del Barrio Húmedo,
donde se fabricaban unas increíbles morcillas para el consumo del
establecimiento que poco a poco se fueron haciendo con un mercado y que
venían a comprar de lugares tan lejanos como Madrid o Sevilla. Hoy Casa
Lorenzo ha desaparecido.
En la provincia son
innumerables los carniceros que se dedican a elaborarlas con el mayor
acierto, destacan, por ejemplo, las de Sahelices de Sabero, que han
incorporado a sus menús varios restaurantes de la capital.
Como derivado de las
morcillas o como acompañante, figura la sangre cocida, que hasta hace
algún tiempo era una de las tapas clásicas de muchos de los bares
leoneses. La antigua "Bodega Regia" y establecimientos hosteleros del
centro como "El Danubio", han tenido y tienen la sangre como estupendo
aperitivo.
La morcilla es sin duda
uno de los pilares de la estupenda oferta gastronómica de León, aunque ni
tenga denominación de origen, ni siquiera la pretenda. Algo sencillo y
lleno a la vez de pequeños secretos que demuestra en la negrura de sus
entrañas los conocimientos y los aciertos de sus cocineros. |