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Doña Sancha
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"Diario
de León" |
Autor:
Javier
Tomé y Armando G. Colino. |
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Tres son las
mujeres que, con el mismo nombre de Sancha, han destacado sobremanera en
la historia leonesas. Una fue la hija de doña Urraca, coronada
posteriormente como reina; la segunda es la hija de Alfonso IX de León y
de doña Teresa de Portugal; y la tercera, nuestro personaje del día, fue
esposa de Fernando I, y por tanto, reina de Castilla y de León.
Hermana del Rey leonés Bermudo III, la juventud de Doña Sancha estuvo
marcada por la tragedia, ya que en su primer prometido, el conde don
García de Castilla, era asesinado en la puerta de la iglesia de San Juan
Bautista, hoy San Isidoro, por los famosos Velas, otros condes
castellanos que habían sido desterrados de su tierra. Un luctuoso hecho,
acontecido el martes 13 de mayo del año 1028. El padre del fallecido, el
rey Don Sancho de Navarra y Conde de Castilla, montó en cólera y propuso
que Doña Sancha contrajera matrimonio con otro de sus hijos, de nombre
Fernando. Sugerencia que en la dama leonesa aceptaría finalmente,
celebrándose la boda en nuestra capital.
A la muerte del monarca Navarro dejó a su hijo el condado de Castilla,
con el título y dignidades de reino, lo que provocaría una lucha
fratricida entre cuñados, falleciendo el leonés Bermudo en la batalla
que tuvo lugar el año 1037 en la villa de Tamarón. De esta forma, el rey
Fernando I y su esposa Doña Sancha unieron por primera vez en la
historia y en un solo tronó las dos monarquías rivales.
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El largo período de mandato de la Real pareja, que se prolongaría durante
veintiocho años, tuvo momentos de especial brillantez, como las incursiones
que llevaron los pendones cristianos por la Bética musulmana. Don Fernando
hizo tributarios a los reyes árabes de Toledo y Badajoz, conquistó Coímbra
en el año 1064 y, en fin, lograría extender sus territorios desde la costa
portuguesa hasta Valencia.
Trasplantar sus reales en su Sevilla solicitaría el rescate del cuerpo de
San Isidoro, por lo que se construyó en León un templo que ostentara la
dignidad debida. Efectivamente, en el lugar donde hoy se alza la basílica de
San Isidoro existía una iglesia anterior, junto a la que edificó Sancho el
Gordo, en el año 996, el monasterio de San Pelayo. A pesar de las
restauraciones, doña ensancha y su esposo decidieron que la iglesia de San
Juan Bautista ofrecía una imagen pobre, así que ordenaron su demolición.
La magnífica basílica de San Isidoro, erigida para albergar los restos del
llamado “Doctor de las Españas”, así como panteón de la dinastía real
leonesa, fue consagrada el 21 de diciembre de 1063, el mismo día que
llegaron a León los restos mortales de San Isidoro. Posteriormente, entre
1072 y 1101, la reina doña Urraca efectuaría una remodelación del templo.
Después de abdicar su trono, vestirse de saco y rociar ser la cabeza con
ceniza, don Fernando I se dispuso para la muerte en las navidades del año
1065. Así fue, falleciendo el mismo 27 de diciembre. Su esposa le seguiría
poco tiempo después, ya que doña ensancha pasó a mejor vida en 1067. El
Estado quedaría entonces dividido entre sus hijos de hijas: Castilla fue a
parar a Sancho II; León, a Alfonso VI; y Galicia, para don García. En cuanto
a las mujeres, doña Urraca ostentaría el señorío de Zamora, mientras que el
de toro pasó a manos de doña Elvira.
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