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 Estás en: "HISTORIA"

La Serna
 

   "Diario de León"

Autor: Javier Tomé y Armando G. Colino
 


Todo el mundo en León sabe o al menos "le suena" el nombre de una calle denominada la Serna. Pero... 
¿a qué hace referencia esa palabreja? 
Vamos a tratar de explicar el significado de este término.
Así, debemos remontarnos a la España medieval, cuando los colonos eran obligados a satisfacer cierto 
tributo, la "serna", realizando labores agrícolas durante determinados días al año, y en las tierras que el 
señor explotaba directamente. Usando la terminología de la época, la "terra dominicata".

Rentas en trabajo

Según los estudiosos del tema, estas tierras solían dedicarse primeramente al cultivo de cereales por parte 
de la colectividad, por lo que "serna" sería, por definición, una parcela grande de tierra alejada del núcleo municipal. 
Así, en varios documentos medievales se mencionan este tipo de tributos tan comunes en la época, con los nombres alternativos de opera labores, searas, seneras y huebras.
Sin duda alguna, las sernas fueron los tributos señoriales de mayor antigüedad, basados en la necesidad que tenía el señor de utilizar mano de obra gratuita para el cultivo de sus tierras. De esta forma quedaba patente la potestad señorial de limitar y finalmente decidir sobre la libertad de movimientos y de trabajo por parte de sus súbditos. Este tipo de obligaciones aparecería en España a partir de la dominación visigoda y en las explotaciones agrícolas de los primeros reinos cristianos.
Durante los siglos XI al XIII pervivió una gran variedad en la prestación de sernas. 
No existía un número fijo en cuanto a las jornadas gratuitas de trabajo que debían prestar los vasallos, oscilando desde las abusivas 104 anuales hasta las más frecuentes de 24, 12 e incluso 2. Este número quedaba fijado en las cartapuebla de cada lugar o señorío, aunque lo más habitual era que las cuatro sernas obligatorias coincidieran con las estaciones agrícolas de sementera, siega, trilla y barbecho.
Los campesinos aportaban sus caballerías y aperos de trabajo para realizar la serna, siendo multados con dureza si no cumplían con sus obligaciones laborales. A cambio, el señor les recompensaba con alimentos que quedaban reseñados en el libro municipal, recibiendo ciertas cantidades de carne, pan, vino y manteca.
A partir del siglo XIII las sernas irían perdiendo su relevancia anterior, al abandonar los señores la explotación directa de sus tierras a favor del arrendamiento. Y para mediados del siglo XVI habían desaparecido las tierras de realengo, para mantenerse sólo algunas zonas de jurisdicción señorial.

 







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