Hablar hoy de la existencia de una lengua propia en la tierra de León, suena a algunos habitantes como una afirmación grotesca, casi a un juego de niños, una infantil practica de imitación de la situación de otras zonas de España como Cataluña, el País Vasco o Galicia. Es como si en la lucha por tener "más identidad", de significarnos en el campo político nos lanzásemos a una desafortunada "invención" de situaciones extrañas e impropias de nuestra tierra.
Pero lo cierto es que si hoy una gran parte de la población leonesa desconoce la verdadera situación lingüística de León, no es por que no se haya demostrado científicamente la existencia de una modalidad lingüística diferente del castellano en las tierras leonesas, o porque los hablantes de ella no tengan conciencia clara de su peculiaridad lingüística. El motivo principal es que la mayoría de la población leonesa es actualmente monolingüe de castellano, frente a la situación principios de siglo donde cerca del 90 por ciento de la población usaba habitualmente el leonés. Un segundo motivo es que esta población utiliza en el castellano que habitualmente emplea, todo tipo de giros, préstamos y léxico procedente del leonés, haciéndolos propios y no advirtiendo que no serian entendidos por un hablante normal entendidos por un hablante normal de castellano. De este modo cuando estas personas oyen hablar leonés, perciben algo parecido a lo que ellos mismos conocen, pero sólo les llama la atención aquellas cuestiones que se escapan a su compresión, desarrollando la idea de que en tal o en cual sitio, simplemente "hablan mal" o "medio gallego".
Y es que otra de las razones de la desidentificación de los leoneses
con su lengua autóctona es que, en las últimas décadas, la educación
castellanista recibida por nuestras gentes ha desarrollado la falsa
idea de que todo "lo que se hable raro" en León si no es
castellano, simplemente se trata de gallego.
Este ejercicio irresponsable no tiene ninguna base científica como
veremos. Lo cierto es que la lengua de amplísimas zonas de León no
se caracterizan precisamente por los rasgos morfológicos y sintácticos
del gallego.
La percepción de científicos y estudiosos de la singularidad lingüística
de amplias zonas situadas entre Castilla y Galicia es muy antigua.
Existen referencias literarias muy abundantes sobre la
"rusticidad" y peculiaridad de las hablas populares de
Asturias, León y Zamora desde el siglo de Oro, llegando incluso a
constituirse en un verdadero recurso literario la utilización del
leonés en las obras castellanas como elemento jocoso e hilarante.
En el siglo XIX investigadores como Morel Fatio, Gessner o Hanssen se
acercarían con interés al sistema lingüístico de estas zonas, en
otro tiempo solar original de todo un Estado medieval: El Reino de León.
Algunos otros como Erik Staff, de la Universidad de Uppsala,
investigarían a través
de la documentación, su situación medieval, y otros como el portugués
Leite de Vasconcellos, llegaría a descubrir la pervivencia de su
dialecto más meridional nada más y nada menos que en
las tierras portuguesas de Miranda do Douro.
Sin embargo no sería hasta Menendez
Pidal, cuando la ciencia aplicaría de un modo definitivo una visión
de conjunto al diasistema asturleonés. El famosísimo investigador,
descubridor del "Cantar
del Mío Cid" y autor de innumerables trabajos de historia y
filología, publicaría en 1907 un extenso artículo en el que
aportaba una visión de conjunto sobre las hablas del antiguo Reino de
León, y
en el que consagraba una expresión de origen erudito para referirse a
la lengua autóctona de este territorio: el dialecto leonés.
El trabajo de Menéndez Pidal despertó el interés de multitud de filólogos,
etnógrafos, historiadores
y eruditos locales que se lanzaron a la descripción de las hablas de
cada valle y montaña. En ocasiones tal carrera llevaba a la búsqueda
en cada lugar de aquello que no estuviera recogido en ningún otro
trabajo ni vocabulario, lo que contribuyó a alimentar una idea de
excesiva heterogeneidad dialectal.
Los trabajos de Fritz Krüger, lingüísticos y etnográficos,
"El habla de Babia y Laciana" de Guzmán Álvarez o los de
Concepción Casado sobre Cabreira, podrían mencionarse entre los de
orientación científica. Pero también surgieron otros como
"Cuentos en dialecto leonés" de Caitano A. Bardón o
"Entre Brumas" de José Aragón y Escacena, en los que la
literatura pretendía servir a la descripción de la lengua de estas
tierras.
|