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 La trucha
Una referencia inevitable para la provincia
 

   "Diario de León"

Autor: 
 
No cabe duda de que la trucha ha acabado convirtiéndose en importante referente - social, simbólico, mítico, gastronómico, mágico, artístico, deportivo..... - para la provincia leonesa, uno de sus principales puntos de asentamiento en toda la Península  Ibérica. Su pesca a acabado convirtiéndose en un ritual al que se consagran, durante varias semanas al año y a lo largo de muchos kilómetros de ríos trucheros que León posee, varios miles de personas. De hecho, a finales del siglo XX eran casi cincuenta mil las licencias de 
pesca que se habían expedido en León, número que contrasta con las ciento cincuenta y cuatro de 1906.
El mismísimo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación recomienda el consumo de trucha dado su equilibrado contenido en proteínas (20%) y grasas (sólo el 5%), la presencia de vitaminas A, B1, B2, C y D y sales minerales (sodio, potasio, hierro, flúor, yodo, calcio y fósforo) y sus escasas calorías (una por cada gramo), lo que la convierte en un alimento ideal para una dieta equilibrada y sana, además de favorecer el rendimiento intelectual, reforzar el corazón y los vasos sanguíneos, tonificar la piel, fortalecer los huesos y los músculos y ayudar en la digestión.
La trucha común, la denominada salmo trutta, pertenece a la familia de los salmónidos. Desarrolla toda su vida, a diferencia de los salmones, en ríos, preferentemente aquellos de aguas limpias y rápidas y ubicados 
a alturas superiores a los setecientos metros, llevando a cabo generalmente su reproducción entre noviembre y febrero y más arriba de donde habitualmente se alimenta. La hembra deposita en un pequeño hueco, realizado para tal fin, entre doscientos y dos mil huevos, según el tamaño, sobre los que el macho esparce el semen que los fecundará. Los huevos, entonces, permanecerán sobre la arena del lecho del río mientras se produce el desarrollo del embrión. Los alevines, las crías de truchas, buscan soleados, de poco fondo y corriente, para pasar el invierno. A los cinco meses llegarán a medir entre cinco y seis centímetros, longitud que aumentará posteriormente según las condiciones del ambiente y la capacidad de adaptación del animal hasta alcanzar, en algunos casos, tallas increíbles, que aumentan aún más su leyenda. Lo normal es que al alcanzar su segundo año de vida lleguen a los dieciocho centímetros y ya en el tercero a los veinticuatro. Entre cuatrocientos gramos y un kilo es el peso habitual de una trucha, que, no obstante, pueden llegar a alcanzar los diez kilos. Cuanto más peso y años tengan, más voracidad poseen. La trucha es un animal carnívoro acusado de glotonería compulsiva que llega incluso a comerse a otros más jóvenes o peces de otra especie.

La provincia de León dispone de kilómetros suficientes de ríos, a lo largo de los cuales se desarrolla la pesca de la trucha y en los que se ubican los cotos, los puntos más anhelados por los pescadores, algunos de ellos revestidos de un carácter mítico y singular, y para los que es necesario un permiso especial. El practicante acude a diferentes medios y sistemas  (desde la cucharilla a la mosca así como a su propia experiencia personal y a la técnica que ha ido puliendo y fortaleciendo) para cobrar la pieza, uno de los momentos cumbre del arte de la pesca y sobre el que se deposita todo su embrujo. El río constituye para el pescador, la persona que mejor conoce las costumbres y hábitos de la trucha, un lugar de ensueño e imprevisible, escenario de mil y una historias, punto de encuentro y albergue de ilusiones, deseos y emociones, un sitio donde se 

producen situaciones e instantes irrepetibles e inigualables, muy personales, únicos, diferentes.....


VERSATILIDAD CULINARIA


Sin duda alguna, la trucha ocupa plaza de suma relevancia y preferencia en el conjunto de la gastronomía leonesa. Preparada de distintas y originales maneras, ha permitido a restauradores y cocineros de todo el mundo aplicarse en su propia aptitud para conseguir platos de enorme atractivo culinario y adorar el paladar de quienes los consumen.
Sus posibilidades de cocinado y condimentado resultan inagotables, tanto es así que año tras año, coincidiendo con los concursos gastronómicos que en torno a la trucha se organizan, el número de recetas se incrementa para disfrute y beneficio de los más exigentes comensales. Los especialistas coinciden en que la trucha se adapta a cualquier idea y se adecua sin reservas a recelos en todo tipo de preparados. Puede servirse frita, sola o acompañada de jamón o tocino, troceada o entera;  también, en sopa, ahumada o escabechada; a la plancha o guisada... Cada gusto acepta la trucha de una manera, de estas ya apuntadas o de otras en las que la cocina se va sofisticando y encontrando nuevas reseñas y referencias. De lo que no cabe duda es de que su exquisitez no pasa desapercibida en los fogones del mundo y es plato aprovechado y usado en todo tipo de menús. Hasta se recurre a ella en repostería. La tarta de trucha ha sido sancionada ya como uno de esos pequeños placeres que tanto agradece el paladar y que no desmerece en absoluto a otros dulces de mayor relevancia social y popularidad.
Su vinculación tradicional con la pesca y la gastronomía no le exime de participar de otras actividades que también se han volcado en su interés hacia ella. El arte y la literatura, por ejemplo, de tal forma que en León ha acabado trascendiendo su condición puramente animal para acceder a nuevos estadios y consideraciones y disfrutar de la condición de símbolo. Fotógrafos, cineastas y pintores se han recreado en la imagen de este pez, icono imprescindible de la vida natural de la provincia, motivo para un sinfín de reivindicaciones de carácter ecológico y fuente de inspiración  para algunos escritores que la han retratado desde diferentes perspectivas.
Es indiscutible que la trucha participa de manera importante en el transcurrir económico de la provincia de León, sin renunciar tampoco a la posesión de un inevitable componente social y humano, que la hacen francamente imprescindible. Sin duda alguna, su dimensión en el actuar y vivir de León resulta fundamental. La trucha disfruta de enorme carisma. Es un símbolo que traspasa, obviamente, factores de carácter lúdico para integrarse con personalidad y rotundidad en la realidad de la provincia. Convertida en un símbolo más de los muchos que caracterizan el espíritu leonés, es imposible sustraerse a su enorme peso específico.




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